Una persona fue aprehendida en el sector de Nuevo Arraiján, distrito de Arraiján, durante un operativo de compra controlada realizado por el Equipo Multidisciplinario Especializado Ambiental (EME Ambiental) y la Dirección Regional del Ministerio de Ambiente de Panamá Oeste.
La captura se produjo luego de un proceso de monitoreo en redes sociales, en el que el sujeto ofrecía carne de animales silvestres, una actividad prohibida por la legislación panameña.
Durante la diligencia, las autoridades incautaron un producto cárnico que, según los primeros indicios, correspondería a armadillo (Dasypus novemcinctus), una especie protegida.

La persona fue puesta a órdenes del Ministerio Público por la presunta comisión de un delito ambiental contra la fauna silvestre, tipificado en la Ley 24 de 1995, que prohíbe expresamente la caza, comercialización y consumo de especies de vida silvestre.
Erick Núñez, jefe del Departamento de Biodiversidad del ministerio, advirtió que la cacería y venta de fauna silvestre representa una grave amenaza para la biodiversidad del país.
“Es un delito en todo el territorio nacional y afecta gravemente la conservación de nuestra biodiversidad. Es deber de todos protegerla”, enfatizó el funcionario, quien también pidió a la población que denuncie este tipo de actividades.
El Ministerio de Ambiente reiteró que la ley panameña establece responsabilidad penal tanto para quien caza como para quien comercializa o compra animales silvestres, por lo que hizo un llamado a la ciudadanía a abstenerse de participar en estas prácticas ilegales, incluso si se ofrecen por canales digitales como las redes sociales.
Las autoridades anunciaron que mantendrán los operativos en todo el país para frenar el tráfico de vida silvestre.

Más de un centenar de especies enfrentan un riesgo real de desaparecer en los ecosistemas de Panamá, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Desde el carismático perezoso pigmeo de tres dedos, que habita exclusivamente en la isla Escudo de Veraguas, hasta la emblemática rana dorada panameña, símbolo nacional de conservación, la biodiversidad del país se encuentra bajo amenaza constante por la pérdida de hábitat, el tráfico ilegal y el cambio climático.

Entre las especies clasificadas como “críticamente en peligro” destacan también el mono araña de Azuero y varias ranas endémicas que han desaparecido de sus hábitats tradicionales.
El Ministerio de Ambiente ha advertido que esta situación requiere acciones urgentes, ya que muchos de estos animales —entre ellos aves, mamíferos, reptiles y plantas— podrían extinguirse en cuestión de años si no se refuerzan las políticas de protección ambiental.


