Panamá ha entrado en la última fase de la transición demográfica, con una tasa global de fecundidad de 1.9 hijos por mujer, por debajo del nivel de reemplazo generacional. Así lo revela el informe “Análisis sobre la Población en Panamá (ASP)”, elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), que ofrece un panorama demográfico desafiante.
El estudio, basado en el Censo Nacional de Población y Vivienda 2023, muestra que el país enfrenta simultáneamente las oportunidades del bono demográfico y las consecuencias de profundas desigualdades territoriales y étnicas.
El informe advierte que Panamá cuenta con una ventana de oportunidad hasta 2038 para aprovechar su bono demográfico —el período en que la población económicamente activa supera a la dependiente— antes de iniciar un proceso de envejecimiento acelerado. Esta etapa se caracteriza por una mayor proporción de adultos y una menor presión de la población infantil, resultado de la reducción en la fecundidad y la mortalidad.
El censo 2023 confirma que el país avanza hacia la fase final de la primera transición demográfica, con niveles de fecundidad por debajo del reemplazo, lo que anticipa un envejecimiento progresivo y un menor crecimiento poblacional.

Este escenario plantea desafíos y oportunidades: familias más pequeñas permiten mayor inversión en educación y mejor inserción laboral, mientras que el aumento de la población adulta mayor exigirá más servicios de salud e infraestructura inclusiva. Paralelamente, se registra un mayor acceso a derechos: las mujeres controlan mejor su fecundidad, alcanzan mayores niveles educativos y participan activamente en el mercado laboral, mientras que las personas mayores tienen un rol más activo en la sociedad.
Edith Castillo, representante de UNFPA en Panamá, destacó que el estudio no es “un informe más”, sino “un espejo de nuestro país y, al mismo tiempo, un mapa que nos orienta del presente hacia el futuro”. Enfatizó que contar con información precisa y actualizada es clave para comprender las necesidades de la población y mejorar la respuesta de las políticas públicas: “Las estadísticas no son números fríos: son vidas, derechos y realidades sociales que deben servir para transformar la política”.

Tasa Global de Fecundidad
El ASP señala que Panamá ha experimentado en las últimas décadas un notable descenso de la fecundidad, siguiendo la tendencia de América Latina y el Caribe. La tasa global de fecundidad pasó de 5.1 hijos por mujer en 1950 a 2.05 en 2015 y a 1.9 en 2022. Este descenso estuvo acompañado por una menor fecundidad adolescente y por el aumento de la edad promedio de las madres.

El país registró su mayor número de nacimientos en 2018, con 76,863, pero esta cifra cayó a 63,920 en 2022. La tasa bruta de natalidad pasó de 22.7 por mil habitantes en 2000 a 14.5 en 2022.
Entre las comarcas indígenas destaca la tasa de fecundidad de Kuna Yala (1.9 hijos por mujer), significativamente menor que la de Emberá (2.7) y Ngäbe Buglé (3.1). Según el INEC, la fecundidad en áreas urbanas es de 1.6 hijos por mujer, mientras que en las rurales alcanza 2.8, es decir, más de un hijo adicional en promedio.
Respecto a la evolución de las tasas globales de fecundidad por provincias y comarcas entre 2015 y 2022, la mayoría mostró una tendencia a la baja entre 2015 y 2019, mientras que Herrera, Los Santos y Ngäbe Buglé mantuvieron tasas estables. Sin embargo, a partir de 2019, y especialmente tras el inicio de la pandemia en 2020, el descenso se acentuó y se ha mantenido.

Más Hallazgos del ASP
El informe identifica tres desafíos prioritarios que requieren intervención gubernamental urgente:
Crisis de salud reproductiva en territorios vulnerables: en las comarcas indígenas, la fecundidad adolescente es hasta 2.5 veces mayor que el promedio nacional, y la mortalidad materna triplica o cuadruplica la media del país.
Exclusión educativa masiva: más de 120,000 niños y adolescentes están fuera del sistema escolar, comprometiendo el aprovechamiento del bono demográfico. Esta “deuda silenciosa” pone en riesgo el desarrollo económico futuro.
Impacto demográfico del cambio climático: la reubicación de comunidades, como Cartí Sugdub, evidencia que los efectos del cambio climático ya tienen consecuencias poblacionales y requieren planificación territorial y sistemas de protección social adaptativos.
El análisis también revela que el 51% de la población vive en Panamá y Panamá Oeste, lo que plantea grandes retos de urbanización, movilidad y servicios básicos. Además, el 17.2% de la población es indígena y el 31.7% afrodescendiente, lo que exige políticas inclusivas que respeten la diversidad cultural y garanticen igualdad de acceso a salud, educación y oportunidades económicas.
Para Castillo, el gran desafío es convertir esta ventana de oportunidad en una “plataforma de resiliencia demográfica”, lo que implica invertir hoy en el desarrollo de capacidades, en empleos de calidad, en el fortalecimiento del sistema de salud, en la prevención del embarazo adolescente, en el sistema de cuidados y en el equilibrio intergeneracional.
Según el UNFPA, el ASP es una herramienta clave para la administración 2024-2029, ya que proporciona evidencia científica para definir prioridades en población y desarrollo.
El informe fue presentado el 9 de septiembre por Sabrina Juran, asesora regional de Datos y Dinámicas de Población del UNFPA para América Latina y el Caribe, y por Enrique Peláez, demógrafo, con la presencia de la ministra de Desarrollo Social, Beatriz Carles.
Carles destacó que el documento ofrece una visión integral de los desafíos y oportunidades que enfrenta el país en materia de desarrollo social, inclusión y equidad, y orienta la formulación de políticas públicas. Subrayó que esta información permitirá diseñar estrategias bien fundamentadas e impulsar la colaboración entre autoridades locales, sector privado y sociedad civil para responder a las necesidades de la población.

