Cuatro personas fueron detenidas este martes 2 de septiembre en un puerto del Pacífico panameño, vinculadas a una investigación por el decomiso de 220 paquetes de cocaína.
Agentes de la Policía Nacional y del Ministerio Público allanaron el lugar como parte del operativo, bautizado como Operación Convicción, que se remonta a un caso de enero de este año, cuando se detectó la sustancia que iba rumbo al país europeo en un contenedor. El cargamento incautado supera los 14 millones de dólares en el mercado internacional.

Aunque las autoridades de la Policía Nacional, el Ministerio Público y personal portuario, presentan la acción como un “golpe al crimen organizado”, la realidad es menos triunfalista. Cada incautación de este tipo confirma lo que la propia Organización Mundial de Aduanas (OMA) advirtió en un reciente informe: la infiltración de los puertos panameños es sistémica y depende, en buena medida, de complicidades internas.
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El informe de la OMA, titulado “Infiltración de las cadenas de suministro de carga marítima: delincuencia organizada, cocaína y el conspirador interno”, concluye que Panamá se ha convertido en un engranaje clave del narcotráfico mundial, no solo por su ubicación estratégica, sino por la facilidad con que contenedores contaminados logran atravesar las terminales de transbordo. El documento incluso alerta que la transferencia de drogas por carretera y ferrocarril entre puertos nacionales es un “problema particular”.
El pasado 26 de agosto, desde la Zona Libre de Colón, el presidente José Raúl Mulino reconoció la gravedad del problema. “Tenemos que hacer un esfuerzo con los señores de los puertos para que cooperen con aduana, con migración, con la Policía Nacional y parar el gran flujo de droga que está saliendo de los puertos panameños hacia Europa”, dijo.
Aseguró que la seguridad de la provincia y de los puertos del país es un tema prioritario para su administración.


