Estados Unidos intensificó aun más este martes 26 de septiembre la presión sobre Corea del Norte, aunque aseguró que quiere una solución diplomática a la crisis nuclear con Pionyang.
Las tensiones se han redoblado desde que Pionyang acusó a Washington de haberle "declarado la guerra". Corea del Norte también dijo estar dispuesta a defenderse abatiendo bombarderos estadounidenses, en una espiral de cruces verbales belicosos con el presidente Donald Trump.
Pero la Casa Blanca tomó la iniciativa, inhabitual, de desmentir el haber abierto la puerta al conflicto con este país dotado del arma nuclear. Horas después, en Nueva Delhi, el secretario de Defensa norteamericano, Jim Mattis, fue tajante: "nuestro objetivo es resolver todo esto de manera diplomática".
Estados Unidos "conserva paralelamente la capacidad de hacer frente a las amenazas más peligrosas de Corea del Norte (...) pero también de "apoyar a nuestros diplomáticos para contener [la crisis] el mayor tiempo posible", dijo.
El acento puesto sobre la diplomacia tiene lugar en plena guerra verbal entre Trump y el líder norcoreano, Kim Jong-Un, tras la sexta prueba nuclear de Pionyang y sus disparos de misiles.
Corea del Norte justifica su despliegue militar ante la necesidad de protegerse de Washington. Por su parte, el jefe de la diplomacia norcoreana, Ri Yong Ho, convocó el lunes a una conferencia de prensa en Nueva York para responder a una misión realizada por bombarderos estadounidenses cerca de las costas norcoreanas, y también a las advertencias grandilocuentes de Trump.
"No hemos declarado la guerra a Corea del Norte y, francamente, tal insinuación es absurda", respondió Sarah Huckabee-Sanders, portavoz del Gobierno estadounidense. Paralelamente, el departamento del Tesoro anunció este martes nuevas sanciones contra 8 bancos norcoreanos y 26 ciudadanos de esa nacionalidad considerados "facilitadores" del financiamiento del programa nuclear de Pionyang y que operan en Chia, Rusia, Libia y Emiratos Arabes Unidos.
Estas medidas son autorizadas por un decreto presidencial firmado la semana pasada en Nueva York por Trump en plena asamblea general de la ONU, dominada por los temores suscitados por los programas balístico y nuclear de Pionyang.
A esto se añade que el aumento de la retórica bélica entre ambas partes pueda desencadenar una guerra accidentalmente. "Nadie saldría vencedor de una guerra en la península coreana, que sería todavía peor para la región", dijo un portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Lu Kang, en una rueda de prensa.
"Las provocaciones mutuas solo pueden aumentar el riesgo de una confrontación", añadió, lamentado que "últimamente escuchamos demasiados ruidos de botas". "Esperamos que los responsables políticos en Estados Unidos y Corea del Norte tengan suficiente sentido común para comprender que recurrir a la fuerza y a la potencia militar no es una decisión viable", agregó.
