Los intensos combates se reanudaron el martes entre los soldados y los insurgentes en Alepo, segunda ciudad de Siria, donde las esperanzas de una evacuación rápida de miles de civiles hambrientos y asediados en el reducto rebelde quedaron en el aire.
Al menos siete civiles murieron el miércoles por disparos rebeldes contra dos barrios en manos del gobierno, según la televisión pública siria.
Rusia, principal aliado del presidente Bashar Al Asad, acusó a los rebeldes de haber desatado las hostilidades, tras varias horas de tregua, mientras Turquía, que apoya a la oposición, culpó a las tropas del régimen y a sus aliados.
El acuerdo de evacuación habría permitido a los miles de civiles que lo desearan abandonar las últimas posiciones de los rebeldes en la ciudad del norte, donde llevan sitiados desde hace más de cuatro meses por el ejército, privados de medicamentos, servicios básicos y alimentos.
Tras una pausa de varias horas, se retomaron los bombardeos contra los barrios rebeldes de Alepo, precisaron corresponsales de la AFP en el lugar y el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Una pérdida de Alepo, su principal bastión en Siria y símbolo de la revolución, marcaría el fin de la rebelión en esta ciudad, cuya parte este controlaban los insurgentes desde 2012.
En cambio, la derrota de los rebeldes supondría la más importante victoria del poder desde el comienzo de la guerra, en 2011.

