Los médicos recién graduados que se quedaron sin plaza de internado en el último proceso de Viva Voz acudieron ayer, 20 de octubre, al Ministerio de Salud (Minsa) para exigir una pronta solución; sin embargo, no recibieron respuesta inmediata. Las autoridades propusieron retomar la mesa de diálogo el próximo 11 de noviembre, fecha en la que se espera definir los lugares donde los aspirantes podrán realizar su internado.
En total, 203 médicos quedaron sin plaza, aunque dos de ellos renunciaron a los cupos que aún quedaban disponibles. La asignación de plazas se realiza por orden de puntaje: quienes obtienen mejores resultados en el Examen de Certificación Básica en Medicina tienen prioridad para escoger el hospital formador del Minsa o de la Caja de Seguro Social (CSS) en el proceso de Viva Voz.
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El internado médico dura dos años: el primer año se realiza en hospitales de alta complejidad en la ciudad de Panamá y el segundo en hospitales del interior o de segundo nivel, con el objetivo de que los médicos adquieran competencias clínicas diversas.
Sin embargo, la capacidad de esos hospitales es limitada: cada interno debe supervisar un mínimo de diez camas para garantizar un aprendizaje adecuado. Si se aceptan más internos sin ampliar la infraestructura, la proporción se diluye y se compromete la calidad del entrenamiento.
Disparidad entre egresados y plazas
Desde tempranas horas de la mañana, los médicos se concentraron en la plaza 5 de Mayo y marcharon hasta la sede del Minsa, a las faldas del Cerro Ancón. Allí fueron recibidos por Serafín Sánchez, asesor del Minsa; Mayra Abood, jefa del Departamento Nacional de Formación y Capacitación de Recursos Humanos; y Paulino Vigil De Gracia, director nacional de Docencia e Investigación de la CSS.
A la reunión también asistieron los diputados Betserai Richards y Yarelis Rodríguez, vicepresidenta de la Comisión de Trabajo, Salud y Desarrollo Social de la Asamblea Nacional.
Rodríguez, diputada independiente, calificó la situación como un problema de planificación estructural, señalando que las universidades están graduando más médicos de los que el sistema puede absorber. “La disparidad entre el número de egresados y las plazas disponibles es lo que ha provocado esta situación. Por eso propusimos establecer una planificación clara: cuántos hospitales hay, cuántas plazas existen y cuántos egresados se proyectan”, explicó.
Por su parte, Richards lamentó que los jóvenes tengan que salir a protestar para reclamar un derecho fundamental. “El Estado panameño tiene la obligación de garantizar que los médicos graduados accedan al internado y obtengan su idoneidad”, declaró. También enfatizó que “la falta de presupuesto no puede seguir siendo una excusa” y aseguró que la Asamblea está dispuesta a respaldar con recursos económicos las medidas necesarias para integrar a estos jóvenes al sistema de salud.
El ministro de Salud, Fernando Boyd Galindo, explicó que, desde que asumió el gobierno, se ha trabajado con expertos nacionales, médicos y representantes de gremios en una mesa de trabajo para dar solución a la situación.
Destacó que su administración logró nombrar a 805 internos en primer año y 704 en segundo, saldando la mora de nombramientos acumulada por gobiernos anteriores. Este año se nombraron 294 nuevas plazas, incluyendo 37 que habían quedado pendientes de procesos anteriores.
Paulino Vigil De Gracia, director nacional de Docencia e Investigación de la CSS, indicó que las facultades de Medicina de las universidades privadas no tienen límite para el ingreso de estudiantes —a diferencia de la Universidad de Panamá— lo que ha llevado a que se rebase anualmente la cifra de 800 graduados. Anteriormente, con los egresados del extranjero, el número máximo era de 150 por año.
El director nacional de Docencia e Investigación advirtió que, aunque se abren más plazas porque se cuenta con el presupuesto, surge otro problema: la capacidad hospitalaria y docente para recibir a los médicos graduados durante su formación de internado.
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La problemática revela una tensión entre la demanda de formación médica y la infraestructura disponible en el sistema público de salud.
La marcha al Minsa no solo fue un reclamo individual, sino un reclamo colectivo por fortalecer un sistema que requiere urgentemente más espacios, tanto físicos como formativos, para consolidar una atención de calidad.
En conclusión, la carencia de plazas de internado para 203 médicos recién graduados no se reduce a una simple demora administrativa: es un obstáculo real para la integración de nuevos profesionales al sistema de salud panameño y una advertencia clara sobre la urgencia de establecer una planificación estratégica en la formación del recurso humano médico.
Garantizar que estos profesionales puedan completar su formación en tiempo y forma es esencial —no sólo para ellos— sino para la salud de la población que esperan servir.

