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La serie ‘Distrito Salvaje’ (Netflix) propone el diálogo en Colombia

El productor Cristian Conti le propuso a Juan Pablo Raba que participara en la serie de Netflix, Distrito Salvaje.

Al actor colombiano le pareció interesante encarnar a Jhon Jeiver, un guerrillero que escapó de la jungla tras la firma del Tratado de Paz colombiano y que se esfuerza por salir adelante en la ciudad de Bogotá.

Pensó que sería difícil sacar adelante este proyecto por su temática política, aunque le sorprendió que Netflix lo seleccionara como uno de sus proyectos hechos en Colombia.

Le gustó el guion porque supo manejar un tema complicado de manera coherente. “Esto no es un documental; tampoco pretende ser un espejo de la realidad, ni explicar al público nada sobre la guerrilla ni sobre el proceso de paz”. Lo que hace su argumento es utilizar los elementos de la realidad colombiana más reciente para contar una ficción y colaborar al diálogo social.

Juan Pablo Raba también ejerce el puesto de productor ejecutivo de Distrito Salvaje. “Es más trabajo, pero es muy bonito porque uno aprende mucho y te da muchas satisfacciones porque uno está presente en todos los procesos del proyecto”: desde la escogencia de los actores hasta la música.

Su personaje

Juan Pablo Raba define a Jhon Jeiver como un ser humano complejo. “Es una víctima de las circunstancias [sobre cómo llegó a la guerrilla], no tuvo muchas oportunidades para elegir. Es un sobreviviente de corazón noble, pero que también tiene una capacidad intrínseca y entrenada para hacer el mal”.

Busca una segunda oportunidad con su madre, su hijo y con el resto de los colombianos. “No quiere seguir siendo guerrillero, aunque es tan bueno haciendo lo que hace, que estará atrapado en un círculo vicioso de violencia”.

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El tratado

Al proceso de paz en Colombia “le falta mucho. Tenemos un camino muy largo por recorrer. Son 50 años de guerra que no acaban con un tratado firmado”.

Piensa que hay más de una complicación en este proceso. “Algunas están tratadas en Distrito Salvaje: hay dinero destinado a ayudar a los desmovilizados que no están llegando y hay gente sin escrúpulos que se lo está guardando en sus bolsillos”.

“Todos debemos practicar el perdón, la reconciliación. Un gran porción del país no estaba de acuerdo con el tratado de paz; finalmente se firmó. Por lo menos yo, siempre voy a escoger la paz que la guerra, porque no hay un monstruo más cruel y odioso que la guerra. Lo que sí hay es que resolver la mezquindad”.

Volver

A Jhon Jeiver le cuesta volver a ser un civil. Para este personaje, Raba conversó con guerrilleros reinsertados en la sociedad; algunos fueron casos exitosos y otros no tanto. “Porque hay gente a la que no se le han cumplido los acuerdos, aunque sí hay personas que han logrado llevar una vida bastante normal junto a sus familias. Los dos casos hay que atenderlos y ayudarlos Porque hablar de paz de boca para afuera es fácil, pero cuando tienes que ejercer el perdón es otra historia”.

La serie ‘Distrito Salvaje’ (Netflix) propone el diálogo en Colombia
Jeiver (Juan Pablo Raba) trata de reinsertarse en la sociedad y busca a su familia, aunque pronto se ve obliga

Juan Pablo Raba ha formado parte de producciones como ‘Narcos’ (Netflix), la serie de Marvel ‘Agents of S. H. I. E. L. D.’ y en películas como ‘Los 33’ y ‘Peppermint’. Actualmente reside en Los Ángeles con su esposa y sus dos hijos.





Un buen negocio

Para qué negarlo: la guerra es un buen negocio para unos cuantos. “Las guerrillas colombianas de ideológicas no tenían nada. Eran financiadas por el narcotráfico. Es un monstruo de siete cabezas porque hay que agregarle la corrupción y la venta de armas”.

Juan Pablo Raba asegura que Distrito Salvaje ha gustado en Colombia. “Al reducir la historia en una sola persona se humanizan estos conflictos y puedes ayudar a que las personas se identifiquen con ella, por muy diferente que sea a ti. Esa es una de las maravillas de lo audiovisual”.

Es usar la ficción para despertar emociones, para aprender a conectar con un guerrillero, asegura. “La respuesta ha sido muy positiva. Estoy muy agradecido con los creadores de la serie, con Netflix, con los actores y con el público”.

Le conmueve recibir cientos de mensajes de la audiencia cuando le comparten que “nunca se imaginaron que se podía humanizar la figura de un guerrillero. Nunca pensaron que podía sentir compasión por un guerrillero. Eso lo es todo. Sin uno puede cambiar la forma de ver de una sola persona hacia algo más positivo y hacia el amor, entonces el trabajo ha sido bien realizado”.

Por supuesto que también le han llegado respuestas negativas. “Están absolutamente en su derecho”.

¿Ha sido tratada con justicia la figura del guerrillero colombiano en la televisión? “Es una pregunta muy difícil de responder, porque cada uno tiene y cuenta su versión de la historia. Es muy difícil saber si se les ha tratado con justicia o no cuando sabes de la plata que manejaban sus líderes, que tienen cuentas bancarias en Suiza, mientras mandan a campesinos al campo de batalla; cuando sabes que son financiados por actos delictivos. Por eso en Distrito Salvaje dejamos que sea el público el que juzgue”.

Juan Pablo Raba adelanta que Netflix (que tiene 130 millones de abonados) aprobó, por lo menos, nueve proyectos originales, todos hechos en Colombia, y que esta empresa de ‘streaming’ piensa filmar a mediano plazo. Ya en producción hay tres de ellos, comenta.





La mujer

Un elemento relevante de Distrito Salvaje es la presencia de la mujer. “Esto nos aleja diametralmente de otras producciones que se basan en estereotipos. En nuestra serie las mujeres no son víctimas, son creadoras, empoderadas y crean sus propias historias. La historia de este guerrillero se mueve hacia adelante por las mujeres que lo acompañan”.

Pone como ejemplo los personajes que interpretan Camila Sodi y Cristina Umaña. La primera entra en la piel de la policía Gissele, que no confía en el guerrillero Jhon Jeiver. La segunda es la fiscal Daniela León, quien se enfrenta sin dobleces a los empresarios y políticos corruptos.

“El de Umaña es uno de los papeles más importantes, porque es ese ser utópico que cualquier miembro de cualquier gobierno debería aspirar a llegar a ser. Porque ella es incorregible, realmente está buscando el bien general y del país, que no está dispuesta a negociar con el mal. Sería ese tipo de persona que sacaría nuestros problemas hacia adelante”.

Mientras que Gissele “es magnífica, porque tiene un arco argumental interesante, porque la violencia le cambió y le destruyó toda la vida. Ella poco a poco va sacando adelante al ser humano con sus defectos y cualidades y termina siendo un reflejo muy importante de lo que vendría a ser un proceso de paz, que está compuesto por diálogo con el otro, así como negociación, perdón, reparación y reconciliación”.


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